¿El idioma castellano nació en aguas judías? Parte 3

Agradecemos a nuestra colaboradora Gloria Olivé por compartirnos este artículo. Su autor, Mario Eduardo Cohen es el Presidente del Centro de Investigación y Difusión de la Cultura Sefardí.

Otro de los capítulos interesantes se refiere al aporte a la literatura española de los sefarditas ya converti dos al catolicismo. Américo Castro refiere que las obras satíricas del siglo XV suelen atribuirse a conversos, y cita a varios de ellos: Juan de Mena, Hernando del Pulgar, Rodrigo de Cota, Antón de Montoro. Además, plantea la posibilidad de que los autores de «El Lazarillo de Tormes» (anónimo, aunque se le atribuye a diferentes escritores) y «La Celestina» (Fernando de Rojas) hayan sido conversos. Hoy esa presunción ya está totalmente confirmada.

Antón de Montoro se reconoce judío, en un verso en que polemiza con otro escritor:

Tomaldo como lo digo/ como de parte de hermano,
 Siguiera por los gentíos/ de aquellos rabís muy nuestros,
 por ser vos y yo judíos.

En las últimas décadas se ha encontrado el origen judío o converso de decenas de hombres clave de la literatura española de los siglos XVI y XVII. Estas investigaciones se contraponen con las realizadas hasta el siglo XIX en que, el encontrar genealogías judías, constituía un oprobio para las familias sospechadas. Hoy, por curiosidad científica (y a veces por cierto sentimiento de culpa) se están investigando los orígenes de muchos nombres de primera línea, como conversos o descendientes de tales:

Ángel Alcalá señala, en la obra mencionada, que toda la literatura de los judeoconversos se caracteriza por un «pesimismo moral» producto de la situación conflictiva del converso, y agrega:

«Algunos de los máximos intelectuales y escritores eran por lo menos parcialmente de linaje judío converso: Fernando de Rojas, Francisco Delicado, Alfonso y Juan de Valdés, Francisco de Vitoria, Bartolomé de Las Casas, Miguel Servet, Fray Luis de León, Teresa de Jesús, Juan de Ávila. Creo que de esta casta ilustre –étnica o al menos moral y mental- fueron no solo Gracián, sino el propio Góngora y Cervantes».