El autor de un texto tiene en mente a su lector (aunque no tenga muy claro cuál sea su perfil). Y en función de esa imagen, redacta.
Esta vez le compartimos el argumento de una opera escrito por un cronista de policiales ¡A disfrutar!
La producción operística de Mastropiero sorprende por su notable coherencia. Pese a la diversidad de tantos dramas, comedias, tragedias… al oír un fragmento de cualquier ópera de Mastropiero se reconoce inmediatamente la mano del compositor. Por su estilo, por su fuerza expresiva y, sobre todo, porque la música es siempre la misma. Incluso, en los ensayos de sus últimas óperas reunía a los cantantes y, en vez de partituras, repartía sólo la letra. Por ejemplo se conserva de su ópera “El suplicio de sor Angélica” la letra del aria de soprano “Aléjate de mí, que soy más pura que los ángeles” con la siguiente indicación de puño y letra de Mastropiero: “Cántese con la melodía de mi anterior ópera, “La cortesana de Lamermoor”, aquella que dice “acércate papito que soy más voluble que las aves”. Como escribiera el crítico musical Harold Shönstein. Dice: “Todas las óperas de Mastropiero llevan su sello. El modo que tiene de componer óperas es un verdadero Modus Operandi, como los delincuentes famosos. Mejor dicho como otros delincuentes famosos. Por lo tanto –concluye- no comentaré más sus estrenos, enviaré al cronista de policiales”.
Poco después salió publicada la siguiente crónica de una ópera de Mastropiero. Dice así: “Al levantarse el telón comparece el tenor (sexo masculino, contextura mediana) y dando muestras de encontrarse alcoholizado increpa a la soprano (contextura robusta, sexo indefinido…) y le reclama reanudar su relación. Esta se niega profiriendo alaridos y gritos desaforados, como si cantara, ante lo cual el arriba mencionado, en estado de emoción violenta, extrae de entre sus ropas una pistola calibre 22 y le efectúa a la “supraescripta” un disparo a quemaropa con orificio de entrada en el abdomen y orificio de salida… y orificio de salida. Luego, arrepentido por el ilícito, toma entre sus brazos a la soprano, aproximadamente un tercio de la misma. La damnificada se repone satisfactoriamente de sus heridas y decidida a perdonarlo lo estrecha en un fuerte abrazo. El tenor lanza un estridente Do de pecho, que en “prima facie” sería un pedido de auxilio. La escena finaliza sin tener que lamentar víctimas ni daños materiales”.
Esta escena es, precisamente, la que no vamos a escuchar a continuación, ya que ninguno de los integrantes de Les Luthiers se avino a representar el rol de la soprano. En cambio interpretaremos un fragmento de otra ópera de Mastropiero, pero que lleva la misma música. Es la escena de “Daniel el seductor ante la ventana de Juana María del Sagrado Corazón”, de su ópera “La Hija de Escipión”.
Introducción a «La hija de Escipión» de Les Luthiers, en el espectáculo Bromato de Armonio estrenado en 1998.
Crédito de la imagen: Obituario publicado por El Periódico el 25 de abril de 2020.
Fuente del texto: https://lesluthiers.org/verversion.php?ID=129